martes, 7 de julio de 2009

CARLOS AMABA



San Pedro de Tiraña, donde la Historia
y la Leyenda se enraízan en el valle.



He aquí el título de un pequeño libro, "Carlos Amaba", escrito por Críspulu Gutiérrez cuya trama discurre en torno al valle de Tiraña. Tuvo visos de verismo, pues que refiere personajes de carne y hueso, que hemos conocidos en nuestra infancia. No así al autor del libro, Críspulu Gutiérrez, al que se le conocía por Pin de Pilara, cortejó una guapa moza en el pueblo de Constante, llamada Rosario, en el libro y en la realidad, pero cuyo noviazgo no acabó felizmente tal vez porque Pin de Pilara tenía sueños comunistas y el padre de la moza era de comunión diaria -o poco menos, lo que hizo que las largas caminadas por malos caminos para ver a Rosario, acabasen en nada.
Críspulu Gutiérrez, a los 21 años
Hay una nota del prologuista, José Loredo Aparicio, que dice:"Para juzgar la obra,hay que conocer al autor y alabarla como de quien es. "Carlos amaba", para ser escrita por un minero que, además tiene 22 años, está muy bien. No comprendemos algunas veces, como de espíritus tan abandonados pueden surgir estas pequeñas perlas".

Críspulu Gutiérrez, natural de Sotrondio, fue un personaje de fama y nombradía. Si el libro "Carlos Amaba" se publicó en 1928, la reputación de Pin de Pilara--o sea, Críspulu Gutiérrez,comenzó en tiempos de la Revolución del 34 y, sobre todo, en 1936, en los frentes del Norte, al mando de un batallón republicano que llevaba su nombre, como nos contó para la revista Alto Nalón José García, Cavite, al que había ascendido a sargento en los montes occidentales de Asturias, de Somiedo.

El Cura don Vicente, nos contó asimismo que, para él, después de Dios, era Críspulu Gutiérrez, pues a él le debe la vida, cuando, por ser cura, la tuvo colgada y Fue Críspulu quien le salvó de unas denuncias que le condenaban a peor suerte.

Naturalmente, Pin de Pilara era agnóstico convencido,no así su madre, Pilar, quien,viéndose morir pide que la vaya a confesar el sacerdote. Y fue cuando lo fue a buscar el mismo Críspulu, que aunque no fuese creyente, si era hijo que adoraba a su madre y puesto que ésta, cerca ya de la muerte quería un confesor, a los 10 de lo noche de un invierno de agua y nieve, fue a buscar al sacerdote, que al ver a Críspulu a aquellas horas llamar a su puerta, se puso en lo peor...
Una página del libro
"Carlos amaba"
-Señor cura, mi madre está a punto de morir y quiere que la vaya usted a confesar.
Si era noche cerrada, aquella explicación de Críspulu hizo que el cura viese la luz del sol de la verdad en plana oscuridad.

-- Vamos allá -dijo el cura.
Y, aunque las consecuencias de la guerra, de los odios y de la locura, hicieron que España fuese una bomba de calamidades, tanto el cura don Vicente como el comunista Críspulu fueron buenos amigos --o por lo menos, honestos a la hora de defenderse mutuamente. Don Vicente, que supo, después de castigos por parte de sus superiores religioso, vivió, en cierto modo, como la dio la gana, si no casado, si con mujer, que se decía que era el ama de llaves, y Críspulu murió en Rusia, después de haberse exiliado de la España católica, apostólica y romana, años más tarde, como hemos dejado escrito en nuestra revista ALTO NALÓN número 2oo.




1 comentario:

  1. Es una historia muy bonita,que nos lleva a valorar que lo que realmente importa son los principios de las personas.
    Por desgracia España fue y es (yo creo que a veces intencionadamente)semillero de opiniones y no siempre concordantes.
    Como no conozco Tiraña,no puedo opinar sobre ella,pero si quiero felicitar a Albino por el recorrido que hace de sus lugares y gentes.

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